Cuando venimos al mundo, lo
hacemos desprovistos de un vehículo de comunicación fácil de interpretar para
la mayoría. Sin embargo, lo hacemos con la capacidad de emocionarnos: con la capacidad de reír, de
llorar de una forma u otra en función de la necesidad, con la capacidad de
sorprendernos o asustarnos,…Cada emoción es reveladora, estando en nuestra mano
aprender de ellas. Como padres y/ o como educadores debemos tener en cuenta
que, nuestra forma de dirigirnos a un niño va a dejar huella en su proceso de construcción personal igual que nos ocurrió a nosotros (nos
construimos desde el momento en el que nacemos hasta que morimos). Si fueras niño ¿cómo te gustaría que te hablarán y te enseñaran?. Si queremos
niños felices tenemos que empezar por ser adultos felices para lo que es necesario saber
gestionar las emociones identificando lo que, cada una de ellas, quiere
aportarnos. Si un adulto no las trabaja en
si mismo, si no es capaz de llorar de emoción, de sentir felicidad ante un
abrazo y una sonrisa,…si no es capaz de emocionarse es difícil que emocione. Sin
duda, un trabajo en lo emocional, más allá de un Coeficiente Intelectual,- es
facilitador del éxito.
Francisco Mora , en su libro “Neuroeducación”
de la editorial Alianza señala que <<sin emoción no hay curiosidad, ni atención,
ni aprendizaje, ni memoria>>>; que << la
atención despierta cuando hay algo nuevo en el entorno>>. Por
eso, en lo familiar, en lo educativo, en lo laboral,…enseñar sin emocionar no
llega a ningún lado. Por el contrario, el
no prestar la importancia que merecen a las emociones en los distintos ámbitos
deriva en problemas de autoestima, a un autoconcepto negativo, a
dificultades en las relaciones personales, etc.
Si se educa desde la emoción
entra en juego el “Cerebro Emocional”, es decir, el Sistema Límbico. Así
generamos un aprendizaje implícito-emocional, un aprendizaje sin esfuerzo
totalmente alejado del aprendizaje cognitivo que exige una atención selectiva y
sostenida con el consiguiente gran desgaste.
Por la importancia que merecen
las emociones en el desarrollo del niño a continuación se proponen una recopilación de
actividades para el aula o para casa que nos ayudarán a crear un buen clima que haga sentir más allá que automatizar aprendizajes:
1. Identificación de las emociones básicas.
Para una adecuada gestión es necesario conocerlas, que pongamos ejemplos
situaciones que nos llevan a sentir esa emoción. En el aula, habrá un rincón
especial para las emociones pudiendo cada niño colocar su foto
en la que sienta en ese momento explicando porqué. Es importante que
primero lo hagamos nosotros para que vean cómo es la dinámica y sientan menos vergüenza
de expresarlo. Para los más pequeños/ bebés, resulta divertido jugar a poner las expresiones faciales correspondientes a cada emoción imitando al adulto que lo hace con él.
2. Álbum de fotos emocional. A los niños
que lo deseen se le harán fotos poniendo caras que expresen las distintas
emociones pudiéndoselo llevar a casa cuando esté acabado.
3. Diccionario de las emociones. Los niños
dibujarán/colorearán cada emoción y al final se recopilarán todas y se
plastificarán para convertirlas en un diccionario de emociones dentro de la
biblioteca del aula.
4. “Una música una emoción”. Se pondrá
música diversa para ser escuchada con los ojos cerrados y, de una forma más o
menos guiada en función de la edad, se le dará un título de una emoción a un
tema.
5. “El tarro de las buenas noticias”. En
él, se irán guardando a modo de notas, las buenas noticias para poder abrirlo
cuando esté lleno.
6. Lectura de cuentos. Para ello, resulta
de bastante utilidad la colección de “Cuentos para sentir”, “Por cuatro
esquinitas de nada”, “Cuentos para educar en Inteligencia Emocional", el “Emocionario", “Elmer”, “El pez arco-iris” o “El monstruo de colores”
trabajados posteriormente en la asamblea. Si lo hacemos en casa, en el momento
del día que dediquemos a ello viendo con ellos, qué sienten los personajes.
7. ¿ Y tú cómo te sientes?. Cuando surja
un conflicto entre los niños, es vital prestar atención a sus reacciones para
que sean capaces de verbalizarlas y llegar a un estado de calma. Por ello,
cogeremos a las partes implicadas y los llevaremos a un sitio del aula explicito
para ello con dos sillas. En el respaldo de una de ellas habrá una boca y en el
otro una oreja para que cada uno tenga su turno de hablar y de escuchar. De
esta forma el conflicto será resuelto entre ellos siendo conscientes de lo que
hacen sentir al otro.
8. El dado de las emociones. Estando los
niños sentados en círculo, cada uno deberá imitar la cara del lado del lado que
le caiga.
9. Construyendo caras. Los niños deberán
ir completando en un rostro realizado con fieltro, las caras con distintas
emociones (puzzle).
10.
Visionado
de la película “Del revés”
11. Rutinas de relajación. El momento más
adecuado para llevarlas a cabo es tras sonar el timbre que indica la
finalización del recreo para llegar a un estado de calma. También resultan
útiles cuando se va a cambiar de profesor para que haya una ruptura con lo
anterior y se sitúen en el aquí y ahora.
12. Bingo de las emociones“Nos enseñaron desde niños cómo se forma un cuerpo, sus órganos, sus huesos, sus funciones, sus sitios pero nunca supimos de qué estaba hecha el alma" Mario Benedetti.
Por las almas de mis alumnos pero en especial por las de mis hijos que son mis mejores maestros: Gracias por enseñarme a emocionarme cada día
Autora: Rocío Valero de Bernabé Montero
Muchísimas felicidades por el blog! Me ha parecido muy interesante como hablas de las emociones y las herramientas que nos facilitas. Algunos libros los tenemos en casa, el que más ayudo a nuestro pequeño fue El monstruo de colores, identifica muchas de sus emociones y nos va genial. Te mando un abrazo fuerte. Victoria
ResponderEliminarGracias Victoria
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